lunes, 3 de marzo de 2008

Bangladesh y Cuba

El controversial semi-neocon Robert Kaplan vuelva a la carga en la revista The Atlantic con un artículo sobre el empobrecido Bangladesh, ese perenne blanco de monsones, inundaciones y otras catástrofes naturales. Nuestros países son un cúmulo de disfuncionalidades y desigualdades pero afortunadamente aun no han llegado al fondo del barril como lo ha hecho Bangladesh (aunque en el caso de este país hay que preguntarse si es que ya ha llegado al fondo o si es que siempre ha estado allí).

En el artículo Kaplan explora con su usual pesimismo las posibles consecuencias que el calentamiento global podría tener en el frágil entorno socio-ecológico de Bangladesh. Pero son sus comentarios sobre la democracia en Bangladesh lo mas interesante del artículo. Es clara y dolorosa la dicotomía que presenta entre la genuina proto-democracia que tradicionalmente ha imperado en los niveles mas humildes de la sociedad bengalí (sus aldeas) y el modelo de democracia partidista y electorero impuesto desde afuera.

El artículo es particularmente oportuno como un reflejo de lo que ocurrió y podría ocurrir en Cuba tras la salida del tirano Fidel Castro. No bien su hermano Raúl lo había reemplazado se pudo oir la usual cantaleta desde Washington: No habrá normalización de las relaciones entre ambos países hasta que no haya "elecciones libres", blah, blah, blah. Como si un fenómeno tan complejo y delicado como la democracia se pudiera reducir a hacer elecciones cada cierto tiempo. ¿ Elecciones para que ? Para elegir quien administrará la franquicia local de Global and Amalgamated, Inc., por supuesto. Eso, y no atropellar con demasiado descaro a la minoría du jour, es suficiente para asegurar las credenciales democráticas del aspirante. Ah, si tan las cosas fueran tan sencillas como lo parecen en Washington.

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