jueves, 23 de julio de 2009

Crisis en Honduras

Ya es un cliché decir que la América Hispana es un circo, preferiblemente uno de esos con tres pistas donde ocurren mil actos estrambóticos a la misma vez. Los eventos de las últimas tres semanas claramente lo confirman. Solo hay que ver el sainete hondureño. Es difícil concebir una comedia de errores y horrores mas descabellada que lo que hemos estado observando en esta situación. Por un lado el hombre detras del bigote, José Manuel Zelaya, presidente legítimo de Honduras. Por otro lado el Goriletti de la narrativa chavista, el presidente de facto Micheletti. Y, por supuesto, sus respectivas comparsas, séquitos y facilitadores. Ninguno de los dos bandos deja una impresión muy halagueña. Zelaya se comporta como un santón, haciendo constantes y engorrosas alusiones de talante pseudo-religioso que están de mas en el discurso internacional. Goriletti encabeza (o sirve de cabeza ceremonial) a un estamento que mas chapucero e inepto no podría ser en su intento de aferrarse al poder.

Entre los espectadores que observan desde la barrera las cosas no van mejor. Chávez y cia. no desaprovechan la oportunidad para intensificar la crisis hasta niveles que algunos podrían encontrar inquietantes y que para otros son emocionantes. Los exaltados de Miami alcanzan extremos similares, pero defendiendo a los golpistas. Su posición es particularmente penosa porque por un lado afirman defender la democracia pero por el otro condonan un vulgar golpe de estado. Y, para colmo, un golpe de estado burdo y crudo, una opereta con mala puesta en escena. No, no. Zelaya podrá tener muchas características cuestionables, pero argumentar que la respuesta a su posible conducta inconstitucional o ilegal es derrocarlo es un disparate. Si las cosas funcionaran de ese modo no pasaría una semana sin varios cuartelazos en el mundo. Mal ejemplo dan quienes se desviven gritando a los cuatro vientos las glorias de la democracia estadounidense pero que al defender semejante quiebro exhiben la poca estima que sienten por las instituciones de sus paises natales.

Eso sí, la situación le presenta a Chávez una oportunidad dorada para poner contra la pared al gobierno americano. Este puede apoyar a un régimen golpista e incompetente, y queda así evidenciado como hipócrita (por enésima vez). O puede unirse al coro internacional que ha denunciado el putsch. Y si hace esto último tiene que hacerlo, dado el cúmulo de problemas internos y externos a los que se enfrenta, no en calidad de solista, sino como una mera voz adicional. Ninguna de las dos opciones es óptima para sus intereses o para su visión de si mismo. Sin duda es esta posibilidad de meter a los americanos en una encerrona lo que explica la beligerancia de Chávez. Porque pueden estar seguros que, retórica aparte, no es la soberanía hondureña (¿ A quien le importa eso ?) lo que lo mueve. Hay cosas mas importantes que esa. Como hacer avanzar la integración de la América Hispana, por ejemplo. Apuesto que es eso, y la inevitable respuesta de la derecha, lo que realmente está motivando este drama continental.

sábado, 11 de julio de 2009

Secesionistas

La posibilidad de secesión se ha convertido en un tema popular en los EE.UU. El tema incluso ha llegado a las páginas de ese conservador bastión del mundo financiero, el Wall Street Journal, en un artículo titulado Divide We Stand.

Como es de esperar, Texas, esa manzana de la discordia entre anglos e hispanos, es el líder y pararrayos en la discusión. Pero no es el único estado en donde han aflorado sentimientos secesionistas. Hawaii siempre ha tenido un movimiento independentista e indigenista que quizás sea el mas justificado de todos dada la triste historia de ocupación y enajenación que sufrieron los hawaiianos nativos. El de Alaska podría ser uno de los que mas sentido económico tenga en vista de las riquezas minerales de su territorio. Otros, como el de Vermont, parecen no superar su condición de movimientos cuasi-folclóricos y nostálgicos. Mas interesantes son propuestas de secesión y reorganización regionales como la de Cascadia en el Pacífico Noroeste y la de Cali-Baja entre California y México.

En estos momentos la posibilidad de que los EE.UU. se fragmente es aun remota pero me temo que con las recientes declaraciones pro-secesión del gobernador republicano de Texas y la subsiguiente discusión pública, ejemplificada por el mentado artículo del Wall Street Journal, marcan un hito psicológico pequeño pero no por eso insignificante. A lo largo del siglo XX en los EE.UU. siempre ha habido movimientos e individuos secesionistas pero usualmente habitaban la periferia política, el "lunatic fringe". Ahora, quizás por un breve momento, alcanzaron cierto protagonismo a nivel nacional. Seguramente volverán a sus antros usuales, pero lo harán luego de haber abonado el terreno. Si la semilla germina o no es es ya un asunto que habrá que ver.

viernes, 3 de julio de 2009

Puerto Rico y Suriname

A comienzos de esa década, durante ese álgido periódo que fue el conflicto para sacar a la US Navy de Vieques, escuché por radio a uno de los muchísimos miembros de esa fauna compuesta por los comentaristas políticos puertorriqueños decir algo que me dejó aturdido. El individuo, no recuerdo exactamente quien, mencionó que a finales de la década de 1940 se había discutido en los círculos de poder de Washington resolver el problema de la sobre-población puertorriqueña adquiendo la Guayana Holandesa (hoy en día Suriname) para transferir parte de la población de la Isla a ese territorio continental. Huelga decir que el plan no pasó de meras discusiones, que la Guyana Holandesa eventualmente alcanzaría la independencia algunas décadas despues y que el "Problema puertorriqueño" recibiría una aparente solución (la mentira del Estado Libre Asociado) que hoy en día ha superado su modestos límites y zozobra desastrosamente.

Durante años traté de averiguar mas sobre la propuesta pero sin éxito alguno. Finalmente, la semana pasada descubrí este artículo, De cambalaches y otros chanchullos, que la novelista puertorriqueña Ana Lydia Vega publicó en 2001. Como podrán ver, trata precisamente sobre el tema de la propuesta compra de Suriname y la transferencia de puertorriqueños a ella. Este es el único documento que he encontrado al respecto. Triste reflejo el estado en que se encuentra en Puerto Rico la divulgación y popularización de su propia historia.

El artículo en sí es lo que se esperaría de una escritora de la orientación socio-política de Ana Lydia Vega, La presentación de los puertorriqueños como eternas víctimas, las pretensiones de superioridad moral frente al colonizador (como si la mayoría de los puertorriqueños no llevaramos sangre de colonizadores en nuestras propias venas), la indignación ante la perfidia extranjera, etc. Mi opinión personal es que gran parte (algo así como el sesenta por ciento) de lo malo que le ocurre a Puerto Rico es producto de las acciones y omisiones de los puertorriqueño, así que tanto gimoteo no me sienta muy bien. Los gringos tiene su culpa, y mucha, pero me parece que su responsabilidad radica mas en la desidia y desinterés que muestran hacia la Isla que en alguna forma de maldad activa.

Hay que admitir que la propuesta, aunque algo perversa, era atractiva. Cuando menos habría convertido a los puertorriqueños transplantados en pioneros al estilo de los pied-noirs de Argelia o de los kibbutzniks de Israel en lugar de en los inmigrantes victimizados en Nueva York, Hartford y Chicago que la mitología criolla propugna. Solo imaginen: una presencia puertorriqueña en América del Sur; campesinos boricuas que en lugar de tener que escapar hacia el norte se dirigieron al sur y, machete en mano, se abrieron paso por las selvas guyanesas. Piensen en los choques e interacciones entre puertorriqueños y surinameses. En la expansión del español hacia territorios en los que nunca tuvo una presencia significativa. Solo imaginen las posiblidades y riesgos geo-políticos, la posibilidad de cooperar con Venezuela, de cercar a Brasil. Posibilidades brutales, terribles, casi nietzscheanas en carácter y alcance. Entre Puerto Rico y Suriname, un microcosmos de la historia y de la vida mismas.