sábado, 29 de noviembre de 2008

Pacto de Libre Asociación

En una reciente ocasión expuse una hipotética solución al obstáculo que la ciudadanía estadounidense de los puertorriqueños representa para solucionar el problema de la relación colonial del país con los EE.UU. En ese entrada mencionaba los acuerdos de libre asociación que los EE.UU. ha suscrito con varias pequeñas jurisdicciones del Pacífico. Aqui, tardiamente, les traigo el vínculo al texto de uno de esos pactos, el COFA (Compact of Free Association) entre el gobierno estadounidense y las Islas Marshall y los Estados Federados de la Micronesia.

lunes, 24 de noviembre de 2008

José Nazario Santiago Rivera (1944-2008)

Antes de continuar escribiendo en el blog me gustaría aprovechar este momento para recordar a mi tío y padrino, quien falleció recientemente luego de muchos años de combate contra una larga enfermedad.

En cierto modo su vida fue un reflejo del Puerto Rico de los últimos cincuenta años. Nació en Cayey, un pueblo del interior de la Isla, justo cuando estaba comenzando el controversal (pero inicialmente exitoso) proceso que sacó al país del atraso en que lo habían sumido la ineptitud española del siglo XIX y la invasión estadounidense del 1898. Se hizo medico en la Universidad de Puerto Rico, ese institución que en sus años de gloria fue instrumento de mobilización socio-económica. Aprovechó el a veces incomprensible vínculo de la Isla con las EE.UU. para hacer su especialidad en ginecología-obstetricia. Hasta en la Guardia Costanera sirvió, como médico a bordo del cutter USCGC Duane (WHEC-33). Sin duda alguna gozó los años de relativa pujanza económica que el país experimentó en los setenta, ochenta y noventa para, junto a sus socios, crear una exitosa práctica que le hizo bien a mucha gente. Parientes y amigos creo que los tuvo a todo lo largo y ancho del espectro socio-económico de la Isla. También vivió la decadencia de la estructuras sociales tradicionales: divorcios (el de sus padres y el suyo propio), el alejamiento de sus hijos mayores y de algunos otros parientes. Casi un microcosmos de lo bueno y lo no tan bueno que Puerto Rico ha vivido en el último medio siglo.

Creo que la suya fue una buena vida. Provechosa, útil, alegre, indomable casi hasta las últimas horas. Supongo que la misión para los que quedamos es trabajar para que mas vidas como la suya sean posibles. Así, con ese pensamiento, solo me resta decir: Hasta luego, Tío Saro.

martes, 4 de noviembre de 2008

La elecciones de hoy (II)

Aún es demasiado temprano para hablar de las elecciones en los EE.UU. pero de lo que pasó en Puerto Rico si podemos hablar.Luis Fortuño, del anexionista Partido Nuevo Progresista, derrotó avaslladoramente (53% a 42%) al Gobernador incumbente Aníbal Acevedo Vilá. El repunte de último en las encuestas mas recientes o claramente no reflejó lo que realmente estaba pasando o sirvió como motivación para que los muchos electores que estaban hartos de su inepta gestión se movilizáran masivamente. Asi las cosas Fortuño ganó un claro mandato y consignó a la historia a alguien que nunca debió llegar a la gobernación.

En cuanto a los dos partidos minoritarios, el PIP y PPR, se puede decir que su actuación fue desalentadora pero no inesperada. El PIP parece haberse quedado en el 2% y PPR casi alcanzó el 3%, mucho menos de lo que sus líderes esperaban. Esos resultados tan exiguos los ponen a los dos en peligro de no quedar inscritos.Ocurrió lo que siempre ocurre en Puerto Rico. Cuando llega la hora de la verdad los electores prefieren olvidar ideales, deseos de cambio y otras cosas parecidas con tal de no "perder" el voto. Hoy el objetivo claro, y práctico, de muchos electores fue asegurar el cambio votando por quien en verdad tenía posibilidades de éxito. Esperemos que este, Fortuño, tenga mejor suerte en su administración que el saliente Gobernador.

Actualización (12:15 AM, hora de PR): Ganó Obama y un suspiro de alivio se escucha através de todo el mundo.

La elecciones de hoy

Hoy por fin son la elecciones, tanto en los EE.UU. como en Puerto Rico. Esperemos que Barack Obama gane las elecciones en los EE.UU. y demuestre asi que por lo menos aun hay esperanzas para ese país. De lo contrario habrá que agarrarse fuertemente a algún asidero y prepararse para recoger los pedazos dentro de cuatro años.

En aqui en Puerto Rico hay realmente dos elecciones, dos historias. La historia mayor, como siempre, la protagonizan los dos partidos políticos mayoritarios, el Nuevo Progresista (PNP, que favorece la anexión de PR como un estado de los EE.UU.) y el Popular Democrático (PPD, el partido del status quo colonial). Hace una semana era casi seguro que Luis Fortuño, del PNP, ganaría gracias al tremendo descontento que hay contra la chapucera gestión económica de su rival, el Gobernador Aníbal Acevedo Vilá. Ahora las cosas no parecen tan claras y las elecciones de proyectan mucho mas reñidas. Es incluso posible que Acevedo Vilá gane si recoge, como en las elecciones pasadas, el voto del sector independentista. Ciertamente esta vez, y contrario a ocasiones anteriores (cuando tal apoyo era mayormente individual e improvisado), el PPD se ha movido a la izquierda y explícitamente ha tratado de armar una coalición soberanista/independentista/autonomista.

Lo que nos lleva a la segunda historia en estas elecciones puertorriqueñas, la competencia entre los dos partidos minoritarios: el Independentista Puertorriqueño (PIP) y Puertorriqueños por Puerto Rico (PPR, de nueva factura). Ante su incompotencia de los últimos años y su creciente desprestigio es muy probable que le PIP vuelva a perder su "franquicia electoral". Ya le pasó en las elecciones pasadas y solo la buena voluntad de los otros dos partidos principales (el PNP y el PPD) y del Tribunal Supremo de Puerto Rico le permitieron re-inscribirse de manera acelerada y quizás hasta irregular. Esta vez podría no gozar de tales consideraciones.
Así las cosas, PPR, un partido centrista que busca obviar el tema del status de la Isla (tradicional aglutinador de los movimientos políticos puertorriqueños) para concentrarse en sus problemas mas mundanos, tiene el potencial de destronar al PIP de su posición como el tercer partido del país. Lo mas interesante es que siendo un movimiento de frente amplio, PPR podría también crecer muy por encima del 3% de los votos que ha sido usualmente el máxmo que ha podido obtener el PIP en las últimas tres o cuatro elecciones. Yo no creo que el tema del status, tan medular, tan crítico, pueda obviarse pero habrá que ver si los electores puertorriqueños piensan lo mismo. Sin duda alguna estas serán elecciones interesantísmas en ambos paises.

lunes, 3 de noviembre de 2008

De lego a abogado, de amigo a bloguero

Pido a Pedro que se vuelva a poner los anteojos de abogado y me explique algo:

Un argumento que esgrimen a favor de su postura quienes desean incorporar a Puerto Rico como estado de la Unión (así se le dice a EE.UU.) es que actualmente un puertorriqueño nacido en la isla no puede aspirar a la presidencia de EE.UU. porque la constitución de ese país establece que sólo los nacidos en los estados tienen ese derecho. Este sería un ejemplo de porqué se dice que la ciudadanía estadounidense de los boricuas es de segunda.

Otro ejemplo relacionado es que la ciudadanía de quienes nacen en un estado de la Unión (no repito el término por patriotismo, sino para evitar redundancias como “estado de Estados Unidos”) la establece la constitución, mientras que la de los puertorriqueños la concede una ley que en teoría la legislatura en Washington podría revocar, y con ella la ciudadanía que otorgaba. Supongo que fue también en virtud de una ley y no de la constitución, que hace 72 años la Sra. McCain, estadounidense esposa de estadounidense, diese a luz en una base militar de su país en Panamá a un ciudadano de EE.UU. y lo llamara John. Si aquel niño tiene alguna posibilidad de ser electo presidente de EE.UU. pasado mañana, ¿porqué un boricua de nacimiento no va a poder aspirar al mismo cargo?

Por último, Pedro me envió por email unos comentarios interesantes sobre mis entradas recientes acerca de Chomsky. Quizá él podría adaptarlos al formato de este blog y publicarlos, y hacer lo mismo en relación con algunas de mis entradas futuras, para así reflejar nuestros debates, que fueron los que me motivaron a iniciar Perspectiva Hispana.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Los puertorriqueños y su extraña ciudadanía

El status político de Puerto Rico, su indefinida e indefinible relación colonial con los EE.UU., se ha agotado ya y está contribuyendo a llevar al país a una profunda crisis económica y social que comenzó mucho antes de la actual situación internacional. Eso sin hablar de la indignidad inherente a la condición colonial y de la distorsiones intelectuales y espirituales que esta ocasiona o facilita. Lo triste es que no todos los puertorriqueños están conscientes de esto y muchos otros, aun estándolo, miran para el otro lado y prefieren continuar con el status quo. Ahí tienen un buen ejemplo de esas distorsiones intelectuales y espirituales que les acabo de mencionar.

Uno de los mayores obstáculos para resolver el asunto colonial, desde el punto de vista de ese ser quimérico que es el puertorriqueño promedio, es el problema que implica la ciudadanía estadounidense de los puertorriqueños. Aunque duela admitirlo, las mayoría de los puertorriqueños parece no querer perder la ciudadanía estadounidense que poseen, aunque esta sea una de segunda categoría si se le compara con la de los domiciliados en los cincuenta estados.
Pero, por otra parte, comienza a ser bastante claro que el futuro de Puerto Rico requerirá, no una mayor integración a los EE.UU., sino el asumir la posición natural del país como un miembro soberano del concierto de naciones. ¿ Que hacer entonces con esa ciudadanía ?

Soy abogado pero será mejor que tomen estos comentarios como los de un observador cualquiera de la situación y no como los de alguien entrenado en Derecho. Es que uno de los problemas que tienen los especialistas de cualquier disciplina es su incapacidad adquirida (gracias a su "educación" y entrenamiento) para ver mas allá de las fronteras y prejuicios de su campo de acción. No quiero que se diga eso de mí por lo que usualmente prefiero tratar de ver las cosas sin las anteojos de abogado, reservándolos para aquellas situaciones puramente profesionales y laborales. Así que aqui va mi propuesta, amateur y dirigida mas a provocar discusión que a marcar un plan de acción:

1. Ambas partes negocian y suscriben un tratado de libre asociación.

2. Los puertorriqueños (tanto los domiciliados en la Isla como en los EE.UU.) conservarán su ciudadanía americana pero en el caso de los primeros (los domiciliados en PR) el gobierno estadounidense la ignorará mientras no entren en los EE.UU. Algo parecido es lo que hace con aquellas personas que tienen doble ciudadanía (la estadounidense y la da algún otro país) en una variación diplomática de la política de "Don't ask, don't tell". En otras palabras, la ciudadanía estadounidense de los puertorriqueños de la Isla estará en un estado "latente", a falta de mejor palabra. Por supuesto, la ciudadanía puertorriqueña ganará todos los atributos de los que hoy en día carece para convertirse en la ciudadanía primaria de los puertorriqueños.

3. Los nacidos despues de la entrada en vigor del tratado pero antes de que se cumplan cincuenta años de esa fecha carecerán de la ciudadanía estadounidense pero, al igual que los ciudadanos de las naciones del Pacífico con las que el gobierno norteamericano tiene tratados de libre asociación, podrán entrar libremente en los EE.UU. y trabajar allí. Por supuesto, una vez en territorio norteamericano podrán también hacer ciudadanos de ese país mediante los procesos usuales de naturalización.

Lo que los puertorriqueños ganarían con esta propuesta (que, recuerden, no es la que yo personalmente prefiero) resulta bastante claro. Pero ¿ que ganan los estadounidenses ? Realmente no mucho. Resolver un problema que de todas maneras usualmente no conocen ni reconocen. No quedar ante sus pares como un ogro que abandona a algunos sus ciudadanos. Evitar tener una fábrica de ciudadanos estadounidenses que exista indefinidamente fuera de su control. Con tan poco que ganar o perder, ¿ para que actuar ?

Ese es el problema medular. Para los puertorriqueños el dilema colonial es existencial pero para Washington no lo es y convencerlo de lo contrario ha resultado casi imposible. Los puertorriqueños podrían actuar unilateralmente pero, divididos y timoratos, no lo harán. Así las cosas, mientras el temor paralice a los puertorriqueños y la desidia a los estadounidenses el impasse continuará.