Brasil despunta en este incipiente siglo XXI como un actor geopolítico y económico de gran importancia. En dos artículos recientes (aqui y aqui) la revista The Economist nos presenta un ejemplo de esa creciente relevancia brasileña que ha sido poco comentado pero que seguramente, debido a la obvia importancia que tiene el alimentar a la población humana del planeta, adquirirá aun mayor importancia en el futuro cercano. Y es que Brasil ha estado desarrollando lo que aparenta ser una segunda Revolución Verde que lo está convirtiendo en una potencia alimentaria de alcance global y en un potencial ejemplo y mentor para otras regiones del mundo que encaran grandes dificultades para alimentar a sus poblaciones.
Mas interesante aun es el hecho de que este avance se ha logrado con lo que solo se puede caracterizar como un ambicioso ejemplo de cooperación público-privada. El impulso intelectual proviene de un centro de investigación agrícola adscrito al estado, el Embrapa, que ha sido el responsable de desarrollar las nuevas cepas de plantas y técnicas y filosofías de cultivo que sustentan esta revolución. Sin embargo quien las pone en práctica son immensas granjas privadas que deben someterse, en términos generales, a la disciplina y competencia del mercado. Un enfoque que sin duda se presente controversial para los ideólogos tanto de derecha como de izquierda que encontrarán en este sistema (porque eso es lo que los brasileños han desarollado: un sistema para convertir tierras marginales en verdaderas cornucopias). La izquierda seguramente detestará el hecho de esto se ha podido lograr alentando el desarrollo de mega-empresas privadas y hechando a un lado su usual solución a todo problema alimentario: el pequeño productor orgánico. El que se ha hecho sin destruir el frágil ecosistema del Amazonas (otra de las causas célebres de la izquierda de coctel) tampoco le sentará bien. Pero a su vez la derecha no se sentirá contenta con el tener que aceptar que el Estado no es un ente totalmente inservible y sí que existen muy buenos ejemplos, como el ya mencionado Embrapa, de organizaciones gubernamentales eficientes y altamente relevantes que tienen los conocimientos y la pericia para contribuir decisivamente al bienestar y fortalecimiento de su país. Lecciones amargas para ambos extremos, caducos hasta la inoperancia, del desvencijado espectro político que lastra al planeta.
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