martes, 19 de febrero de 2008

Reflexiones sobre la UE

La Unión Europea (UE) me provoca sentimientos totalmente encontrados. Por un lado, la promesa de un nuevo polo que contribuya a acabar con el desafortunado período de unipolaridad post-Guerra Fría es emocionante y alentadora. Uno casi siente que la historia (y el mundo) vuelve a la normalidad y que será posible encontrar (y fabricar, cuando sea necesario) algún balance en las relaciones internacionales y en los asuntos finacieros y económicos del mundo.

Por otra parte, hay mucho de detestable y preocupante en la actual encarnación de la civilización europea. El relativismo cultural a ultranza que practicamente ha adoptado como política pública sería una de las primeras objeciones. La total ausencia de claridad y previsión estratégicas visibles sería la segunda de mis objeciones. Unida a esta segunda va la tercera objeción, la expansión alocada e inopinada hacia Europa oriental (y quizás aun mas lejos hacia el este). Sin olvidar, por supuesto, la cuestionable e intermitente independencia de muchos "líderes" europeos, que aun parecen vivir en el mundo de la Guerra Fría.

Todas estas razones (y no son las únicas) nos dejan con una UE bien insatisfactoria. Es realmente un constructo que tiene mas agujeros que un queso suizo. Algo que de lejos se parece mas al Sacro Imperio Romano que al Imperio Romano. Y sin embargo aun tiene el potencial de ser un verdadero polo global y no un mero proveedor suplente de divisas. Habra que ver que le depara el futuro.

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