domingo, 22 de noviembre de 2009

El submarino de Monturiol

Uno de los peores sanbenitos dirigidos contra españoles e hispanos es su alegada falta de creatividad y curiosidad científicas. Como una modesta respuesta a esa cantaleta me gustaría presentar el caso de Narciso Monturiol, un extraordinario inventor español del siglo XIX.

Viajar bajo las aguas del mar siempre fue, como el volar, una de esas actividades aparentemente imposibles que sin embargo cautivaban la imaginación humana. Afortunadamente, en el siglo XIX el desarrollo científico y tecnólogico del hombre le permitió comenzar a desarrollar los medios técnicos para satisfacer esas dos ambiciones. Incluso antes, durante la Revolución Americana en el siglo XVIII, los insurgentes norteamericanos construyeron un primitivo sumergible, el Turtle, que era movido por tornillos que accionaba su solitario tripulante. Con el intentaron infructuosamente hundir al HMS Eagle, un navío de linea que era parte de la escuadra que bloqueaba la bahía de Nueva York. Despues, durante las guerras napoleónicas, Robert Fulton desarrolló otro primitivo submarino, el Nautilus, que también usaba la fuerza muscular humana para moverse bajo la superficie pero que funcionaría en la superficie como una pequeña chalupa a velas. Y en la Guerra Civil estadounidense el inventor H.L. Hunley construyó para los Estados Confederados un submarino que también era accionado por la fuerza muscular de su tripulación. Este CSS Hunley (llamado así postumamente en honor a su inventor, quien falleció en uno de las singladuras de prueba) sí llegó a destruir a su presa, el USS Housatonic, aunque al costo de perderse y hundirse con todos sus tripulantes durante o poco despues de la acción.

Todos estos ejemplos, como habrán visto, requerían del esfuerzo muscular para moverse bajo las aguas. Es que el problema de como proveer a un barco sumergible la energía que necesita para la navegación bajo las olas es de difícil solución. No fue hasta hace cien años que las marinas del mundo encontraron en la combinación de motores diesel para la navegación en la superficie y baterías eléctricas para la navegación sumergida un método práctico de motorización. Y aun en ese entonces esos submarinos (hoy llamados convencionales, en contraposición a los nucleares) eran realmente torpederos sumergibles mas que verdaderos submarinos. De hecho, muchos de sus comandantes preferían hacer sus ataques con cañones y torpedos en la superficie, reservando las capacidades de immersión de sus botes para el acercamiento al blanco y la posterior huida. No fue sino hasta la década del 1950, con el desarrollo de los primeros submarinos nucleares, que el torpedero sumergible se convirtió en un verdadero submarino, capaz de permanecer indefinadamente bajo las aguas y de igualar (y superar) en prestaciones a los barcos de superficie. Mas recientemente, el desarrollo de motores anaeróbicos (o, en inglés, Air Independent Propulsion) ha permitido diseñar submarinos convencionales que gozan de algunas de las ventajas de la propulsión nuclear sin sus peores desventajas financieras y ecológicas.

Pues bien, en las década del 1850 y 1860 Narciso Monturiol, un inquieto catalán, desarrolló muy precozmente un submarino que habría estado dotado de lo que sin duda alguna iba a ser el primer sistema anaeróbico de propulsión marina. Monturiol comenzó, como los otros pioneros, con submarinos de propulsión humana, el Ictíneo I y el Ictíneo II. Con ellos desarrolló el casco el sistema de immersión y los otros sub-sistemas necesarios en un ingenio de la complejidad de un submarino. También con ellos remedó en la obligatoriedad de encontrar una solución al problema de la propulsión. Creyó encontrar esa solución, luego de muchos experimentos químicos, en una combinación de sustancias (53% zinc, 16% dióxido de manganeso y 31% clorato de potasio) que al entrar en reacción generaban altas temperaturas que se podían usar para calentar la caldera de una máquina de vapor. En otras palabras, Monturiol desarrolló una forma anaeróbica de maquina de vapor, similar al motor MESMA que hoy en día el astillero estatal francés DCNS mercadea para sus submarinos convencionales Scorpene.

Curiosamente, en lo que parece otro (pero mas inconsecuente) paralelo a nuestra actual tecnología, con las sustancias reactivas se formaban varillas y eran esas varillas las que se usaban para alimentar y calentar la maquina de vapor. Como los reactores de fisión en los modernos submarinos nucleares, que utilizan varillas de uranio como combustible.

Mas notable e importante aun, el único producto secundario de la reacción era oxígeno que la tripulación del submarino podía respirar. De ese modo se resolvía otro de los grandes problemas que aquejaban a los pioneros de la navegación submarina, el proveerle suficiente aire para respirar a los tripulantes de los primitivos sumergibles.

¿ Que fue de los submarinos de Monturiol ? Como bien podrán leer en este completo artículo de la Revista Undersea Warfare (de la US Navy), la falta de interés de la Armada Española y la escasez de dinero dieron al traste con ellos. Monturiol simplemente tuvo la mala suerte de nacer en lo que ya era una potencia de tercera que simplemente no tenía ni los recursos, la necesidad o la curiosidad para aprovechar el ingenio de sus hijos. Triste, pero así es la historia de la España del siglo XIX.

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