Una de las grandes interrogantes de nuestra época es la pregunta de si estamos solos o no en el Universo. Indudablemente esta es una de los problemas existenciales mas acuciantes, pero a la misma vez soslayados, del hombre moderno. Sin embargo, a diferencia de la aseveración que usualmente se lée o escucha cuando se discute el tema, no diré que esta duda sea algo que haya acompañado y definido a la humanidad siempre. No, esta pregunta solo es importante hoy en día ya que nuestros mayores siempre estuvieron conscientes de alguna u otra manera que los humanos simplemente pertenecen a uno de varios órdenes de seres conscientes. Esta gama de entidades va desde los duendes y otras "gentes pequeñas" de los que hablan las tradiciones de prácticamente todos los pueblos del planeta hasta los ángeles de las religiones monoteistas y sus pares en las otras tradiciones religiosas del orbe. Sin olvidar los jinns del Islam, tan parecidos a los humanos en sus características y atributos.
Es solo con la radical y viciosa decontrucción que el mundo moderno se auto-inflingió en su afán de escapar a los peores excesos de la religión jerarquizada que esta rica visión de la realidad es rechazada para ser reemplazada con el simplista mundo materialista que nos agobia y que nos limita a ser meras marionetas de carne. Es el "flatworld", el mundo plano y monodimensional, del que habla el filósofo estadounidense Ken Wilber. En ese mundo plano la riqueza multidimensional de la realidad colapsa y se convierte en un lienzo plano y confuso, como una de esas pinturas del pintor Jackson Pollock. Con ese colapso también se pierde la posibilidad de explorar los fundamentos ontológicos de todas esas entidades folklóricas e imaginales que han habitado y embrujado nuestro entorno por tanto tiempo.
¿ Que queda, al menos hasta que nos podamos liberar de la dictadura cientificista ? Pues el espacio exterior, el único lugar por explorar, el único "undiscovered country", que la ortodoxia admite. Pero aun allí una mezcla de miedos institucionales, disputas profesionales y quizás hasta determinaciones de política pública (como el Informe Brookings de 1960, aqui y aqui) ha "conspirado" para entorpecer y lastrar la investigación. Poca cosas son hoy en día mas irracionales que el campo de estudio conocido como SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence), con su obcecada insistencia en que el putativo extraterrestre solo buscará comunicarse con nosotros por medio de una limitadísima serie de frecuencias de radio. Pura estupidez, y una muestra de que aun la gente mas inteligente y tecnicamente preparada pueda quedar atrapada por una cultura insensata e inservible.
Curiosamente, la Iglesia Católica, la bestia negra de los profetas del modernismo y el progreso, parece estar mejor capacitada para enfrentar el problema de la vida extraterrestre que muchas otras instituciones a primera vista mas abiertas yracionalistas. Por ejemplo, hace pocos días en el Vaticano se llevó se llevó a cabo una cumbre, conferencia o simposio cuyo objetivo era precisamente discutir el tema de la vida extraterrestre y la astrobiología. La noticia hizo recordar las declaraciones que el año pasado hiciera el Padre Gabriel Funes, S.J., Director del Observatorio del Vaticano. No se llamen a engaño, esta no es una organización de paletos ignorantes dedicados al oscurantismo.
Por el contrario, la Iglesia ciertamente parece estar preparándose para el día en que sea necesario aceptar la existencia de vida e iteligencia extraterrestre. Y lo está haciéndo mucho mejor que organizaciones como (horror de los horrores) NASA. Esta tristemente da la impresión de preferir el status quo que implica el buscar motas de polvo en Marte y anunciar cada cinco o siete años el "descubrimiento" de agua en la Luna. Ironías como esta sin duda prueban que la realidad es mucho mas rica e interesante de lo que los partes periodísticos de Houston y Pasadena quieren dar a entender.
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