miércoles, 16 de febrero de 2011

El síndrome de los dictadores

Un profesor de historia en la Universidad de Nebraska, James D. Le Sueur, recien ha publicado un artículo en la revista Foreign Affairs en el cual acuña un nuevo tipo de patología política: el síndrome de la era poscolonial (Postcolonial Time Disorder -PTD- en el inglés original).


Traduciré un párrafo del artículo para mostar la idea medular del autor:

Como Mubarak, otros "presidentes vitalicios" consideran que los retos populares a la autoridad del estado carecen de autenticidad y que son motivados por conspiraciones -- una visión entendible, ya que muchos de ellos adviniero a la madurez durante la descolonización. Sufren de lo que se podría llamar desorden de tiempos poscoloniales... lo que significa que aun siguen una filosofía de gobierno trasnochada, según la cual el autoritarismo es la única cura para los desafíos políticos externos o internos. Sufren de una maniquea incapacidad para transcender la lógica del poder estatal totalitario.

El desorden de tiempos poscoloniales se originó en los esfuerzos de ciertos paises de reactivar la historia durante el período de los movimientos de liberación nacional anti-coloniales antes y despues de la Segunda Guerra Mundial, cuando los grandes imperios europeos los controlaban y reprimieron a los movimientos democráticos. La descolonización y el período poscolonial fueron tan cruentos que los estados podían pretender que solo su imbatible autoridad podía evitar un regreso al pasado.

Cincuenta y sesenta años despues de ese tiempo, los estadistas afectados por el síndrome, gente como Hosni Mubarak y Muammar al-Gaddafi, (para mencionar solo a dos), se muestran como fósiles de la geopolítica. Incapaces de entender a un mundo que los ha dejado a la vera del camino, solo saben recurrir a las viejas y desprestigiadas mañas del "tin pot dictator". El espectáculo que presentan es realmente patético.


Pero ellos no son los únicos personajes grotescos a quienes se les podría diagnosticar esta hasta ahora inédita condición. Desafortunadamente en nuestra región también se han visto con una frecuencia demasiado alta a muchísimos líderes que adolecen de ella, o de algo bien parecido. El ejemplo mas claro y contundente lo provee ese binomio de maestro y aprendiz (afincado en La Habana y Caracas. Usando como excusa las inegables tropelías y desaciertos que los EE.UU. con regularidad han cometido contra la América Hispana, Fidel Castro y Hugo Chávez han montado todo un teatro político que, aunque parece superficialmente atractivo, ha resultado ser una trampa perversa para sus pueblos. Así han podido urdir unos sistemas políticos de control que destruyen la autonomía individual de la gente a quienes supuestamente defienden y lastran las posibilidades de desarrollo económico de sus paises. Peor aun, la incompetencia y perfidia con la que han abordado el tema de la integración regional solo pueden contribuir a retrasar la aceptación de este vital tema y a hacerlo no muy apetecible para los gobiernos e individuos de la región. Esa es razón suficiente para rechazar y denunciar sus pretensiones autoritarias. Ante semejante cuadro clínico, un obvio caso de PTD, solo queda esperar y desear que los pueblos en cuestión le aplican a sus enfermos gobernantes remedios similares a los que tunecinos y egipcios ya han usado en el Medio Oriente.

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