sábado, 16 de agosto de 2008

Rusia contra Georgia

Sobre la guerra entre Rusia y Georgia hay que decir que es casi refrescante ver una guerrita a la antigua. Dos estados tienen intereses encontrados, los dirimen a tiro limpio y uno (que salió por lana) sale trasquilado. Este último es, por supuesto, Georgia. Rusia se preparó, aprovechó (y/o diseñó) la oportunidad que le presentó con su aventura disparatada e inopinada el presidente georgiano Saak (quien no merece mas nombre que ese diminutivo) y aplastó y humilló al ejército georgiano. Certificó así oficialmente que la penosa y miserable era post-Guerra Fría ha terminado. Lo que demuestra una vez mas que en la actualidad Vladimir Putin es uno de los pocos hombres de estado que merece tal mote.

Saak, por su parte, nunca dejó de parecer un vendedor de carros usados. Fantoche, asustadizo, con infulas de gringo honorario, llevó a su pequeño país a un desastre del que le costará recuperarse no importa lo que diga la oficialidad estadounidense y sus lacayos ucranianos. Hay que recordar que Saak es un abogado educado en las mas prestigiosas universidades de los EE.UU. y que llegó a trabajar para bufetes de gran influencia y poder en Nueva York. Parece que todo eso solo le valió para hacerse de una idea totalmente distorsionada y fraudulenta de las instituciones estadounidenses, de su política exterior y del valor que pueden tener sus promesas de protección y defensa mutua. Cuando llegó la hora el su país quedaron solos frente al gorila ruso. En resumen, esta tragicomedia georgiana debe ser una buena lección tanto para aquellos que sobrevaloran lo que implica una "educación americana" como para aquellos que leen en las promesas que salen de Washington algo mas que aire caliente y retórica santurrona.

Pero Shaak aun está vivo y en puesto presidencial. Salió bien parado si lo comparamos con los muchos georgianos y osetios que perdieron su vida, sus familias o su hogares en una aventura descabellada e irresponsable. Un terrible pero predecible colofón para la "revolución de las rosas". Esperemos que las otras revoluciones de colores en Europa del este no tengan consecuencias tan nefastas para sus pueblos.

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