A comienzos de esa década, durante ese álgido periódo que fue el conflicto para sacar a la US Navy de Vieques, escuché por radio a uno de los muchísimos miembros de esa fauna compuesta por los comentaristas políticos puertorriqueños decir algo que me dejó aturdido. El individuo, no recuerdo exactamente quien, mencionó que a finales de la década de 1940 se había discutido en los círculos de poder de Washington resolver el problema de la sobre-población puertorriqueña adquiendo la Guayana Holandesa (hoy en día Suriname) para transferir parte de la población de la Isla a ese territorio continental. Huelga decir que el plan no pasó de meras discusiones, que la Guyana Holandesa eventualmente alcanzaría la independencia algunas décadas despues y que el "Problema puertorriqueño" recibiría una aparente solución (la mentira del Estado Libre Asociado) que hoy en día ha superado su modestos límites y zozobra desastrosamente.
Durante años traté de averiguar mas sobre la propuesta pero sin éxito alguno. Finalmente, la semana pasada descubrí este artículo, De cambalaches y otros chanchullos, que la novelista puertorriqueña Ana Lydia Vega publicó en 2001. Como podrán ver, trata precisamente sobre el tema de la propuesta compra de Suriname y la transferencia de puertorriqueños a ella. Este es el único documento que he encontrado al respecto. Triste reflejo el estado en que se encuentra en Puerto Rico la divulgación y popularización de su propia historia.
El artículo en sí es lo que se esperaría de una escritora de la orientación socio-política de Ana Lydia Vega, La presentación de los puertorriqueños como eternas víctimas, las pretensiones de superioridad moral frente al colonizador (como si la mayoría de los puertorriqueños no llevaramos sangre de colonizadores en nuestras propias venas), la indignación ante la perfidia extranjera, etc. Mi opinión personal es que gran parte (algo así como el sesenta por ciento) de lo malo que le ocurre a Puerto Rico es producto de las acciones y omisiones de los puertorriqueño, así que tanto gimoteo no me sienta muy bien. Los gringos tiene su culpa, y mucha, pero me parece que su responsabilidad radica mas en la desidia y desinterés que muestran hacia la Isla que en alguna forma de maldad activa.
Hay que admitir que la propuesta, aunque algo perversa, era atractiva. Cuando menos habría convertido a los puertorriqueños transplantados en pioneros al estilo de los pied-noirs de Argelia o de los kibbutzniks de Israel en lugar de en los inmigrantes victimizados en Nueva York, Hartford y Chicago que la mitología criolla propugna. Solo imaginen: una presencia puertorriqueña en América del Sur; campesinos boricuas que en lugar de tener que escapar hacia el norte se dirigieron al sur y, machete en mano, se abrieron paso por las selvas guyanesas. Piensen en los choques e interacciones entre puertorriqueños y surinameses. En la expansión del español hacia territorios en los que nunca tuvo una presencia significativa. Solo imaginen las posiblidades y riesgos geo-políticos, la posibilidad de cooperar con Venezuela, de cercar a Brasil. Posibilidades brutales, terribles, casi nietzscheanas en carácter y alcance. Entre Puerto Rico y Suriname, un microcosmos de la historia y de la vida mismas.
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