La semana que recien comienza despunta como una de las mas interesantes (en el sentido del viejo refrán chino) y candentes que Puerto Rico ha vidido en mucho tiempo. Pero para entenderlo es necesario recordar un poco el transfondo que nos ha llevado hasta aqui. Puerto Rico es esencialmente una colonia de los EE.UU., sujeta a la soberanía del Congreso federal. Es, sin embargo, una cultura muy hispana, hasta casi española, y caribeña. El sistema socio-económico y político que ha sostenido a ese régimen colonial desde la década de los cuarenta finalmente colapsó en los últimos años. El resultado ha sido un sistema político corrupto (con todas las la malas mañas del sistema político estadounidense y pocas de sus virtudes), una economía en total estancamiento, un hampa floreciente y un séctor público hinchado e ineficaz que con sus tentáculos burocráticos ahoga casi cualquier iniciativa. En realidad la situación es tan seria que, no importa los tecnicismos econométricos que se quieran usar para tergiversar la situación, la Isla se encuentra desde hace varias años en una depresión.
Luego de dos gobernadores ineficaces, que representarón casi toda una "década pérdida", el año pasado el electorado puertorriqueño elegió a Luis Fortuño, un joven abogado corporativo (y hasta ese momento el Comisionado Residente de Puerto Rico ante el Congreso de los EE.UU.) como Gobernador. Fue una de esas situaciones en que el ganador no tanto ganó sino que el perdedor (el anterior Gobernador Aníbal Acevedo Vilá, perdió). El elector puertorriqueño ignoró o soslayó el hecho que Fortuño, mas que un político puertorriqueño clásico, es basicamente un republicano conservador. Un Reaganita convencido. ¿ Su receta para resolver el desastre económico y financiero de la Isla ? Despedir empleados públicos, reconstruir y achicar el gobierno y emplear alianzas público-privadas para re-activar la economía. Los despidos ya han comenzado y mas de 17000 empleados ya han sido despedidos o han recibido las correspondientes cartas anunciándole su cesantía. Muchas mas cesantías son de esperar pues el séctor público realmente está inflado mas allá de lo que es racional. Pero los planes para el futuro de todos estos cesanteados son extremadamente nebulosos. La empresa privada no puede absolverlos ahora. Posiblemente nunca, ni siquiera en medio de un boom económico, podría hacerlo pues muchos de ellos carecen de casi todo destreza útil en el mundo comercial. Esperar, como parece ser parte de la política pública, que muchos se conviertan en empresarios es una fantasía (¿Por qué no lo hicieron en primer lugar en vez de emplearse en el gobierno ?). Por supuesto, la sabiduría de echar a la calle a tantos miles de personas justo en medio de la "recesión con d" que vive el País es difícil de entender, El resultado total es un gobierno que aparente ser incompetente, desalmado y hasta sanguinario y una población cabreadísima y en creciente mobilización.
Ya hace dos semanas un individuo ("un tipo común" según se describió el mismo) le arrojó un huevo a Fortuño en medio de un acto público. Que yo sepa tal cosa no había ocurrido antes a un Gobernador en funciones. Tan dóciles ha sido los puertorriqueños en décadas recientes. Pero eso parece estar cambiando. La semana pasado hubo un pequeño motín en una escuela superior pública en un municipio del interior de la Isla cuando usualmente el País fuera del Área Metropolitana de San Juan es bastante inerte. Esta semana habrá un paro nacional el jueves 15 de octubre. Las organizaciones sindicales (muy débiles y desprestigiadas en los últimos años), los estudiantes universitarios y casi toda esa entelequia llamada la sociedad civil se han mobilizado. Altos cargos del gobierno han tildado de terroristas a los organizadores, invocando tácitamente ese feo bodrio que es la Patriot Act. Las tensiones crecen y el escenario para una importante confrontación está preparado. El viernes sabremos si las fuerzas de oposición le asestan una herida a la Administración Fortuño que confirma su carácter como un prematurísimo "lame duck" o si por el contrario esta disipa el golpe para continuar su peligrosa (pero quizás necesaria) agenda.
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