lunes, 29 de septiembre de 2008

Popurrí

Aprovecho esta entrada para ponerme al día y para remediar el abandono en que dejé caer el blog.

Para empezar, les pongo este enlace a un artículo en el cual William Lind discute las opciones que un país pequeño (como Georgia o las repúblicas bálticas) tiene para defenderse de las atenciones de un vecino grande y agresivo. Como es de esperar de Lind, su propuesta representa una crítica bastante feroz al modelo de ejército profesional/capacidades de nicho/dependencia en alianzas internacionales que estos pequeños paises han adoptado. La experiencia georgiana mostró la bancarrota de ese modelo. Lo que Lind propone es un sistema de milicia universal al estilo suizo que se enfrenta a la invasión de su territorio dispersándose y ejecutando una campaña de insurgencia al estilo iraquí. Pero probablemente la mejor defensa es simplemente no antagonizar innecesariamente al vecino prepotente.

Despues tenemos que SpaceX, la compañía cohetera de Elon Musk (el fundador de Paypal), ha puesto en órbita (ver también aqui) por primera vez su cohete Falcon 1. Este es el primer vehículo de lanzamiento espacial enteramente civil que llega al espacio y abre las puertas a la verdadera comercialización (y exploración) del espacio. Es el pionero del sector que algunos llaman alt.space o New Space y que representa la mejor esperanza para el futuro de la exploración espacial en Occidente.

Por su parte China, además de lanzar su tercera nave tripulada (la Shenzhou 7) y de realizar su primera caminata espacial, está investigando el Emdrive, un controversial sistema "reactionless" (que no depende de la Tercera Ley de Newton, la de la acción y reacción) para impulsar a la nave espacial. Su inventor, el ingeniero aeroespacial inglés Roger Shawyer jura que el concepto se basa en la doctrina física clásica. Yo no estoy tan seguro, pero no me inporta porqué francamente mi impresión es que la física contemporanea (como tantas otras disciplinas del mundo moderno) ha llegado a un callejón sin salida y necesita buscar nuevas alternativas lejos de sus límites convencionales. Por lo pronto, y mientras esperamos a ver si los chinos pueden o no validar el concepto, disfrutaremos de la indignación de los fariseos de la ciencia y, muy especialmente, de la de sus acólitos.

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