Antes de continuar escribiendo en el blog me gustaría aprovechar este momento para recordar a mi tío y padrino, quien falleció recientemente luego de muchos años de combate contra una larga enfermedad.
En cierto modo su vida fue un reflejo del Puerto Rico de los últimos cincuenta años. Nació en Cayey, un pueblo del interior de la Isla, justo cuando estaba comenzando el controversal (pero inicialmente exitoso) proceso que sacó al país del atraso en que lo habían sumido la ineptitud española del siglo XIX y la invasión estadounidense del 1898. Se hizo medico en la Universidad de Puerto Rico, ese institución que en sus años de gloria fue instrumento de mobilización socio-económica. Aprovechó el a veces incomprensible vínculo de la Isla con las EE.UU. para hacer su especialidad en ginecología-obstetricia. Hasta en la Guardia Costanera sirvió, como médico a bordo del cutter USCGC Duane (WHEC-33). Sin duda alguna gozó los años de relativa pujanza económica que el país experimentó en los setenta, ochenta y noventa para, junto a sus socios, crear una exitosa práctica que le hizo bien a mucha gente. Parientes y amigos creo que los tuvo a todo lo largo y ancho del espectro socio-económico de la Isla. También vivió la decadencia de la estructuras sociales tradicionales: divorcios (el de sus padres y el suyo propio), el alejamiento de sus hijos mayores y de algunos otros parientes. Casi un microcosmos de lo bueno y lo no tan bueno que Puerto Rico ha vivido en el último medio siglo.
Creo que la suya fue una buena vida. Provechosa, útil, alegre, indomable casi hasta las últimas horas. Supongo que la misión para los que quedamos es trabajar para que mas vidas como la suya sean posibles. Así, con ese pensamiento, solo me resta decir: Hasta luego, Tío Saro.
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