Quien tenga mas de de treinta años de edad sin dudas recordará esos azucaradísimos eventos de caridad como BandAid, LiveAid y We Are the World que con monótona y alarmante regularidad invadían el discurso público en la década de los ochenta. Con ellos personajes como Bob Geldorf (cuya trayectoria musical al día de hoy todavía me elude), Bono (el constante rival de Al Gore por la presidencia del planeta) y Michael Jackson (de este mejor ni hablar) pretendían convertirse en líderes humanitarios internacionales con la capacidad para atajar y hasta resolver gruesos problemas como la pobreza, el hambre, la guerra, etc., que sin indudablemente no los dejaban dormir ni disfrutar de sus millones. La certeza que uno podía albergar de que semejantes engendros mediáticos solo podían tener como resultado el inflar injusta y excesivamente los egos de los famosos que se prestaban para contribuir a ellos quedó comprobada posteriormente. Por ejemplo, lean en este artículo de la página web de derecha Alternative Right como el dinero que el músico inglés Bob Geldorf recaudó con BandAid y LiveAid, lejos de paliar el hambre de los etiopes, sirvió para armar a una de las facciones insurgentes que combatían en la larga guerra civil que asolaba a Etiopía y que eventualmente culminó en el derrocamiento del gobierno de ese país.
Vean también como el autor del artículo aprovecha el tema inmediato que trata para lanzarse a discutir el perenne problema del atraso de África al sur del Sahara. Su descripción del continente quizás esté hecha con pinceladas demasiado gordas pero su oferta de solución es interesante por lo descabellada que le va a parecer a muchos. ¿ Cual es ? Permitir que África retroceda a las condiciones existentes antes de la colonización/explotación del continente por las potencias europeas y convertirla en una especie de coto o reserva antropológica protegida en la cual los africanos puedan vivir de acuerdo a sus luces y con la posibilidad de eventualmente continuar su desarrollo organicamente y sin las presiones e imposiciones occidentales. Casi nada.
Hace doscientos años esa quizás habría sido una posibilidad ética y encomiable. Hoy en día, aunque con cierta lógica, parece inaplicable y hasta peligrosa. Porque, además de la implicaciones que tiene para los africanos, indudablemente despertaría la tentación de recomendarla para otras regiones, como la América Hispana, que en la superficie parecen ser similarmente díscolas. Eso si resulta inaceptable. Nuestros paises son disfuncionales, pero no a tal extremo. Mejor le aplicamos la solución, que recuerda las disquisiciones arqueofuturistas del controversial filosofo de derechas francés Guillaume Faye, a los campesinos ultramontanos del heartland estadounidense. Con certeza el planeta será un lugar mas seguro con ellos, cual nuevos Amish, viviendo en mayor primitividad y aislamiento.
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