(Publicado el 1 de mayo, 2008 en la sección Actualidad de minutodigital.com)
El español, individualista como nadie, comprende mal la colectividad y muchas veces se desentiende del interés general, en aras de su egoísmo. Pero el 2 de mayo de 1808 fue una de las ocasiones en que los españoles decidieron arriesgar sus vidas porque perciben, intuitivamente si se quiere, que está en juego la independencia de su patria y su libertad. Salen a la calle porque no van a consentir que el francés decida caprichosamente sus destinos como pueblo y nación.
La dramática gesta de los madrileños y la Guerra de la Independencia que sobrevino tras la sublevación del pueblo de Madrid fue un fenómeno patriótico espontáneo, nuevo y complejo, en el que se implicó la práctica totalidad de los españoles. Especial significado adquiere hoy la proclama de “los vascongados a los demás españoles” publicada inmediatamente después del 2 de mayo, que dice: “Españoles: somos hermanos, un mismo espíritu nos anima a todos, arden nuestros corazones como los vuestros en deseo de venganza […] Aragoneses, Valencianos, Andaluces, Gallegos, Leoneses, Castellanos. Todos nombres preciosos y de dulce recuerdo para España, olvidad por un momento estos mismos nombres de eterna memoria y no os llaméis sino Españoles”.
Desde la perspectiva que ofrecen doscientos años transcurridos desde entonces, no podemos hacer otra cosa que entristecernos y avergonzarnos de las ocasiones, que desde ese 2 de mayo, hemos desaprovechado para construir definitivamente una patria común, fuerte, libre, igual y solidaria para todos. Cegados por las divisiones entre partidos, siempre encantados de organizar bandería entre Tirios y Troyanos, y azuzados por personalismos egoístas, que nos han impedido ver esa España entera, que se asomó a la regeneración ese 2 de mayo, pero que siempre hemos conseguido frustrar entre unos y otros.
En 1808 fallaron los líderes, pero el pueblo supo estar a la altura de la encrucijada histórica. Hoy nos vuelven a faltar los líderes de altura. No se encuentran ni se les espera. Por desgracia, no podría estar más lejos el pueblo español de hoy en día de aquel pueblo que se alzó el 2 de mayo. Ocupados de nuestro bolsillo y de nuestros asuntos particulares, poco nos importa a los españoles el vecino, - especialmente si es de otra autonomía - y menos aún la patria. Ni por asomo tendría el Juan Español de hoy los redaños de protagonizar tamaña hazaña. ¿Lanzarse a una batalla perdida contra el ejército más poderoso del mundo, arriesgando la vida, sólo por dignidad nacional, honor colectivo y patriotismo? No, lo nuestro hoy es dialogar. Lo acabamos de ver con los piratas de Somalia y lo hemos visto con ETA.
En aquel entonces a los que pedían dialogar con el invasor y condenaban cualquier violencia contra él, se les llamaba traidores y cobardes y el pueblo los escupía a la cara. Hoy sin duda se les votaría con el mismo ardor que el pueblo madrileño empleó en atacar a las tropas francesas.
Como bien decía Santo Tomás, cada pueblo tiene el gobierno que se merece, y la oposición añadiríamos nosotros.
La cita me hace recordar unas estrofas de la canción Un año más, de la banda musical española Mecano, que trata de una despedida de año como tantas otras que se celebran en la Puerta del Sol, Madrid, y las estrofas rezan:
Entre gritos y pitos
Los españolitos
Enormes, bajitos
Hacemos por una vez
Algo a la vez
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