Thomas Friedman, el mas famoso promotor de la globalización, es un payaso. Eso huelga decirlo. Por eso mismo esta crítica de su mas reciente libro es tan pertinente (y no, no le haré publicidad directa al libro dándo su nombre. Basta decir que continua el tema del mundo plano). Es que la única manera, la mas cuerda, de enfrentar a un individuo como Friedman es con humor. Convirtiéndolo en objeto de burla y escarnio. Obligando a sus discipulos a aceptar que el heraldo del emperador, como su patrono, también anda en cueros.
jueves, 19 de marzo de 2009
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