sábado, 7 de marzo de 2009

A mares revueltos ... (breve) ganancia de pescadores

No quería volver a escribir sobre la crisis financiera en buen rato. Quería que el blog regresara a sus origenes y a sus objetivos mas básicos como un instrumento para observar y comentar la situación de la América Hispana. Pero este artículo, Wall Street on the Tundra, en la revista Vanity Fair sobre la burbuja financiera en Islandia me ha obligado a traicionar esa resolución.

Islandia siempre me ha llamado la atención. O por lo menos desde que tuve que hacer un informe sobre el país cuando estaba en la escuela elemental. Despues, para un curso de Derecho Internacional en la Escuela de Derecho, hasta escribí una monografía sobre las guerras del bacalao que Islandia libró contra Gran Bretaña. Y es que Islandia y los islandeses, como al artículo se esfuerza en acentuar, son bastante excéntricos. Un país pequeño, de 300,000 habitantes profundamente emparentados uno con el otro y geográficamente aislado. Con un economía que, hasta hace poco, dependía de industrias tan peligrosas y masculinas como la pesca y la fundición de aluminio. Con un paisaje tan francamente lunar que en mas de una ocasión ha servido de sucedáneo extraterrestre para el entrenamiento de astronautas y la filmación de películas. Y con una capacidad pasmosa para dar por sentado la presencia de seres no-humanos (los elfos o huldufolk que según muchos islandeses comparten la isla con ellos). Sí, Islandia es casi como una colonia humana en otro planeta. Y aunque eso la hace muy interesante también pone a los islandeses en una posición muy similar a la del provinciano colonial que regresa a la madre patria. En este caso mas que un regreso fue el ingreso a ese mundo revuelto y loco de los hedge funds, credit swaps y CDOs. Y, como era de esperar, los islandeses salieron trasquilados de su aventura por los mercados internacionales.

Esa es la historia que Vanity Fair y el autor Michael Lewis cuentan en el artículo de marras y la sesión de preguntas y respuestas que lo acompaña. Una historia de locura colectiva y de traición a la experiencia del pasado. Una historia que se podría describir con una pregunta: ¿ Confiarían su dinero a los pescadores de The Deadliest Catch ? El pez muere por la boca y en Islandia, como los eventos recientes lo sugieren, también lo hacen el pescador, el ahorrista y el inversionista.

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