martes, 15 de enero de 2008

Hilo conductor

Desde finales de diciembre Pedro ha hecho muchas más entradas que yo a este blog, de lo cual me alegro en cuanto a su entusiasmo y sobretodo a la calidad de los aportes, pero me lamento de no haber podido ir reaccionando según aparecían, por consideraciones de tiempo.

Ahora bien, felizmente me es posible trazar un hilo conductor a lo largo de esas entradas, por lo cual puedo reaccionar a las mismas en conjunto:

Ucronías y el Tercer Archipiélago” (27.12.07), “Ucronología hispana” (30.12.07), “Avances en paises musulmanes” (1.1.08) y “Mitos del desarrollo” (13.1.08) coinciden en la idea de que la hegemonía que ha conocido el mundo durante los últimos doscientos años no era ni es inevitable. Sin embargo, el discurso de quienes ejercen dicha hegemonía o se benefician de ella establece que las cosas no hubiesen podido ser de otra manera debido a una cualidad única de la cultura europea que hizo posible el mundo moderno. El corolario es que el resto del mundo será moderno en la medida en que abandone sus propias tradiciones, en el sentido más amplio del término, en favor de la cultura occidental.

Las entradas sobre ucronía especulan que en realidad hubo un punto de inflexión, que en el caso de la India ocurrió bajo el reinado del emperador mogol Aurangzeb (ver Gurkani Alam), mientras que en el caso de América Hispana se dio con la invasión napoleónica de España. Es interesante que lo mismo le había acaecido al mundo islámico con la invasión napoleónica de Egipto, aunque el Imperio Otomano no quedó fuera de combate durante el siglo subsiguiente de la misma manera que le sucedió al mundo hispánico.

A propósito del mundo musulmán y de Asia en general, las entradas de enero arriba mencionadas ya no son especulativas, sino que apuntan a hechos actuales como prueba de que tradiciones culturales divergentes de la occidental son también compatibles con la modernidad. Yo iría más lejos: No sólo son compatibles, sino que son indispensables para la modernización de sus espacios geográficos, porque son fuente de orden y autonomía. Plegarse de modo acrítico a los intereses occidentales suele hacer de dichos espacios cotos de explotación foránea, de la cual sólo élites nativas se benefician también plenamente (excepto en el ámbito emocional aquellos individuos que tienen más calor en la cara). Eso no es modernidad.

América Hispana es el ejemplo perfecto. Por eso los “Planes estratégicos en Brasil” (9.1.08) han tardado tanto, o la idea de “Chávez en el Polo Sur” (13.1.08) extraña tanto, porque a quienes dirigen la región no les interesa la autonomía, sino la dependencia de Occidente, en la cual medran, y han condicionado a las poblaciones dirigidas por ellos a desconfiar de todo lo que huela a autonomía cual si fuera megalomanía.

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