9 de enero de 2009, 07:50 PM
LA HABANA (AFP) - El presidente de Ecuador, Rafael Correa, abogó este viernes por una mayor integración de América Latina para enfrentar el impacto de la crisis mundial, durante la segunda jornada de su primer viaje oficial a Cuba, que consolida los nexos con el gobierno de Raúl Castro.
"América Latina tiene un pasado común y es hora ya de buscar un destino común", dijo Correa al dictar una conferencia magistral sobre la crisis financiera internacional y la integración regional, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana.
Destacó que la integración latinoamericana "debe tener una respuesta rápida y eficaz para transformarse en acciones concretas en favor de nuestros pueblos" y alertó de los obstáculos para esa unión.
"Algunos países de América Latina, de Sudamérica sobre todo (...) no quieren la integración" y "te paralizan todo desde adentro", añadió, al citar en la conferencia como ejemplo los problemas de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur).
No obstante, destacó la nueva situación de América Latina, con buena parte de gobiernos de izquierda.
"América Latina no vive una época de cambio sino un verdadero cambio de época. Los gobiernos que teníamos hace diez años, entreguistas, títeres, totalmente dependientes de lo que digan potencias extrarregionales", señaló.
También consigno un segundo reportaje, esta vez en su totalidad, publicado por El Nuevo Herald en la vípera del cincuentenario de la revolución, y que es un balance histórico mucho más exhaustivo que el que yo hiciera en mi entrada que cito arriba:
La revolución cubana dejó huella en Latinoamérica
Por ANDREA RODRIGUEZ
Cincuenta años después de ocurrida, no cabe duda que la revolución cubana marcó de manera indeleble la historia latinoamericana, pero los sentimientos que despierta son hoy tan dispares como entonces: Para algunos, es un modelo de justicia social y de rechazo al imperialismo; para otros, una dictadura comunista que suprimió libertades y hundió al país.
Con escasos recursos naturales y un área de 110.000 kilómetros cuadrados - el equivalente a una provincia argentina o una porción de un estado mexicano - Cuba se convirtió a lo largo de estos años en foco de atención para muchos latinoamericanos.
"El impacto de la revolución cubana ha sido gigante y decisivo para América Latina, no sólo la figura carismática y brillante de Fidel Castro, sino también por las medidas económicas y sociales tomadas... un proceso profundo y radical: reforma agraria, urbana, la eliminación del juego y la prostitución y el sistema de educación y salud pública", dijo a la AP el escritor y ensayista isleño Miguel Barnet.
No todos los latinoamericanos ven a la revolución como un ejemplo a emular. Las políticas implantadas por el gobierno que Fidel Castro instauró desde enero de 1959 polarizaron a generaciones de latinoamericanos. Para algunos, galvanizó el sentimiento nacionalista y antiestadounidense; para otros, generó temores de un autoritarismo comunista y un modelo económico fracasado.
"Creo que (la revolución cubana) ha tenido un impacto muy fuerte sobre todo lo que es la mentalidad de izquierda en América Latina", declaró Margarita López Maya, analista y profesora de ciencias políticas de la Universidad Central de Venezuela.
La revolución cubana, añadió López Maya, "produjo esa idea, un poco como de adolescentes, de que en América Latina lo que hace falta es una revolución, de acabar con el viejo orden, incluso justificó la violencia durante varias décadas para llegar al poder".
Tras un primer momento que incluyó las visitas de Castro a Venezuela y a Estados Unidos, y del "Che" Guevara por Sudamérica, La Habana quedó mayormente aislada. Fue expulsada de la Organización de los Estados Americanos y la mayoría de los gobiernos latinoamericanos le dieron la espalda.
Algunos lo hicieron presionados por Washington, otros en franco disgusto por las políticas internas de Castro o por los intentos cubanos de incitar rebeliones en otros países.
Muchas organizaciones latinoamericanas - sociales, vecinales, indígenas, sindicales - expresaron su solidaridad, señalando los logros de la revolución: educación y cuidado médico gratuitos, relativa igualdad social, bajas tasas de mortalidad, subsidio a la alimentación y un desarrollo científico notable para un país tercermundista. Otras condenaron la falta de libertades políticas y el acoso a disidentes y a periodistas independientes.
En medio de la Guerra Fría, el gobierno cubano apoyó a partidos y guerrillas latinoamericanos con preparación, armas y sirviendo de retaguardia para los heridos: montoneros argentinos y tupamaros uruguayos, sandinistas nicaragüenses y farabundistas salvadoreños; altos dirigentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombianas (FARC) pasaron por la isla.
Pero al desplomarse el bloque comunista, Cuba se encontró sin los cuantiosos subsidios soviéticos de los cuales su economía en gran medida dependía, y el gobierno de Castro consideró que la lucha armada ya no era el instrumento clave para obtener el poder.
Los apoyos ideológicos o militares a los países de la región fueron sustituidos por médicos, entrenadores y especialistas cubanos enviados a lugares como Bolivia, Paraguay y hasta Venezuela para desarrollar programas sociales.
Actualmente Cuba cuenta con más aceptación a nivel regional: tiene aliados ideológicos en el venezolano Hugo Chávez, el boliviano Evo Morales, el ecuatoriano Rafael Correa y el nicaragüense Daniel Ortega y en fechas recientes, varios líderes latinoamericanos reunidos en una cumbre en Brasil expresaron su rechazo al embargo estadounidense y elogiaron la asistencia del presidente Raúl Castro.
En el primer trimestre del 2009 se esperan las visitas a La Habana del ecuatoriano Correa; la argentina Cristina Fernández; la chilena Michelle Bachelet y hasta el coservador Felipe Calderón.
Pero ninguna fuerza política del continente, ni la más cercana a la isla se atrevería a repetir un proceso como el cubano, hijo de un singular momento histórico.
"En América Latina nadie reconstruiría, si llegase al poder desde las izquierdas, el modelo cubano... Imitar modelos fue y es un gran error y eso lo reconocieron los propios cubanos", opinó el senador colombiano Gustavo Petro, del opositor partido Polo Democrático y ex miembro del ya pacificado grupo guerrillero Movimiento 19 de Abril (M-19).
López Maya, la analista venezolana, destaca que "afortunadamente eso (la admiración hacia la revolución cubana) se ha superado en una buena parte de la izquierda latinoamericana hoy... pocos creen en la necesidad de un modelo socialista autoritario, un estado controlado por un partido y a la cabeza de eso un caudillo".
"Lo curioso, lo llamativo es que el impacto todavía exista... creo que son pequeños grupos un poco románticos los que todavía pueden voltear a ver a Cuba como un símbolo ... pero los problemas económicos tan serios de la isla hacen muy difícil que sea visto como un modelo atractivo", consideró la analista y profesora del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), Olga Pellicer.
De cualquier modo, lo cierto es que la revolución cubana dejó una huella indeleble en Latinoamérica.
"Además de una épica de los acontecimientos, un drama histórico con protagonistas y antagonistas, la revolución cubana ha representado una profunda transformación del orden y las relaciones sociales, las mentalidades y las conductas de las personas", sintetizó en su editorial la revista cubana "Temas" en una edición dedicada al 50 aniversario del triunfo guerrillero.
Contribuyeron a este reportaje los corresponsales de AP Vivian Sequera en Bogotá, Jorge Rueda en Caracas, E. Eduardo Castillo en México.
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