lunes, 5 de enero de 2009

Día de Reyes

Mañana 6 de enero es Día de Reyes. Es tradición en Puerto Rico, donde nací y crecí, que esta noche los niños corten hierba del patio y la coloquen en una caja de zapatos, para que los camellos de los Tres Reyes Magos la coman a cambio de los juguetes que los Reyes han de dejar.

Como he explicado antes en este blog, soy también cubano por parte de mi padre, quien me cuenta que en Cuba era igual de popular la festividad, o hasta más, porque no prevalecía allí el Santa Claus –los cubanos le llamaban Santiclós– que el comercialismo estadounidense trajo a Puerto Rico. Supongo que por capricho de Fidel Castro la antigua celebración de Reyes en Cuba haya cuando menos menguado severamente, pero en Miami hay incluso una enorme Parada de Reyes todos los años.

Curiosamente, otros hispanos en Miami me cuentan que en sus países suele prevalecer el Niño Jesús como portador de regalos el 25 de diciembre, en lugar de los Reyes Magos el 6 de enero. Sin embargo el legendario consumismo venezolano ha aupado a Santa Claus, a quien en cambio Hugo Chávez declaró la guerra hace unos años, no por cristiano, porque Chávez también lo es –un católico a menudo autoproclamado pero irreverente, que alega estar convirtiendo al ateo Fidel–, sino por gringo.

El arbolito de Navidad también cayó en la redada chavista, mientras que en Cuba se ha popularizado desde que Fidel levantase la restricción de celebrar Navidad, por pedido del Papa Juan Pablo II en su visita a Cuba. Más recientemente Fidel y Raúl han propiciado la edificación de una iglesia ortodoxa rusa en plena Habana Vieja. Quizá es un modo de comenzar a reparar sin dar el brazo a torcer el terrible daño que infligieran al pueblo cubano al perseguir la devoción cristiana, daño del cual parecen estarse dando cuenta al ver lo malandro, antisocial e improductivo que ha resultado el "Hombre Nuevo" socialista que soñaba aquel gatillo alegre llamado Che Guevara. Igual que en mi entrada "Cita a propósito de efemérides y del individualismo hispánico", del 1 de mayo de 2008, cito una canción de la banda española Mecano, esta vez a propósito de la invasión china comunista al Tíbet y de la persecución religiosa en general:

Como hojas los estrellas rojas
Cayeron sobre el valle de Lhasa
A liberar al pueblo de su religión

En nombre del progreso y de la revolución
Quemaron tradiciones y pisaron el honor

A propósito de españoles, y volviendo a los Reyes, quizá en Cuba y Puerto Rico la fiesta es más popular que en otras partes de América Hispana porque estas dos islas permanecieron con España casi un siglo más después de la emancipación del continente americano, y fue durante ese siglo, el XIX, que la fiesta se afianzó en España.

Quisiera terminar con un chiste que me contara hace años, ya nonagenario, un castellano muy recto y querido. El chiste es irreverente, pero hoy lo veo como un presagio simbólico de las consecuencias que conlleva para un pueblo rechazar sus tradiciones, y prácticamente literal para la España zapateril:

Una mañana de Reyes durante la Guerra Civil Española, en una plaza pública en la zona ocupada por el bando republicano, varios niños conversaban con entusiasmo:

¿Qué te han traído los Reyes?

¡A mí un trompo!

¡A mí un trencito!

Etcétera. A uno se le ocurrió preguntar a un miliciano comunista que montaba guardia cerca de ellos qué le habían traído los Reyes:

¡Qué Reyes ni Reyes, los Reyes no existen! respondió el miliciano.

Lo que pasa es que estás molesto porque te han traído poca cosa. A ver, ¿qué te han traído? dijo el niño.

¡Una polla!* respondió el miliciano, y el niño contestó:

Pues ¿quién te manda a poner el culo entre los zapatos?*

* El término que utilizó el miliciano es una obscenidad con que los españoles se refieren al órgano masculino, pero en este caso no es más que un modo soez y enfático de decir “nada”, tal como decir “un carajo”, que también se refiere en origen al órgano masculino. En cambio el niño tomó el término literalmente, y lo vinculó con la tradición de que los niños colocasen sus zapatos para que los Reyes insertasen allí los regalos.

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